Ojeo un libro titulado No y yo. La portada no me llama mucho, el título tampoco. Está muy bien, me dicen, léetelo, está muy bien. Después del primer capítulo, la historia de una niña de 13 años que va dos cursos adelantada en la escuela porque es superdotada que escoge como trabajo para una exposición oral los vagabundos de París, me parece un poco ñoño.
Pero desde dentro algo me dice quiero más.
Pasan dos semanas, y Kerouac (En la carretera) me mira desde la mesita de noche diciéndome qué, vas a venir o no, me muero de asco. Le digo sí sí, pero leo lento porque no tiene puntos y leer en bloque no se me da muy bien. Pienso que quizás deba seguir con Nothomb (que está encima del escritorio) y con la que tengo pendiente dos (Estupor y temblores y Ni de Eva ni de Adán). Larsson (La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina) está a medias en la estantería, absorbe que da gusto pero pesa mucho para ir cada día en mi mochila.
Y en un impulso hedonista - no consumista, hedonista - me compro No y yo. Un capítulo cada noche durante tres noches. Luego, anoche hasta las cuatro de la mañana. Hoy, dos horas más. And that's all.
En el reverso del libro he encontrado la palabra que buscaba para describirlo: naive. Ellos escriben naïf, pero qué más da.
No y yo es literatura ligera, naive, pero tan cruda a la vez que dan ganas de rajarse la garganta para sacarse el nudo del esófago y decirle a la señorita Delphine de Vigan es esto lo que querías, pues lo has conseguido. Y no digo que sea crudo porque salga gente viviendo en la calle y todo eso. En ese sentido, Otra noche de mierda en esta puta ciudad (Nick Flynn) retrata con más fiereza y realismo el mundo de los vagabundos. Digo crudo y naive (y junto palabras tan dispares) porque es una pulga. Lou Bertignac es una pulga que se da cuenta de que es una pulga con 13 años, en un colegio donde no encaja, con una familia en la que no encaja y un mundo que le electrifica las neuronas con preguntas tan complejas que se responden con simplezas. Esas reflexiones, junto con la historia de Lou y No - y por supuesto, Lucas, el tremendo rebelde despeinado que toca la guitarra y vive sin padres y hace la compra pero contesta a los profesores y saca malas notas - enamoran de una manera extraña a la vez que explican miserias de nuestros días, miserias que de tan habituales, se vuelven invisibles.
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