y es que tu no miras, tú destripas. desde la pared destripabas y yo no podía hacer más que mover la cabeza a un lado y a otro, con los brazos al compás, borracha de alcohol y de delirio porque me destripabas desde la pared.

es tan surrealista que me da la risa, porque no puede ser posible que me pase toda la noche esquivando directas y que el chico perdido y rebelde y encantador y simpático esté apoyado en esa pared con cara de mosquita muerta y una mueca de asco extremo. y nos mire. y que nos mire como se mira a lo ajeno, con curiosidad y con terror, con minuciosidad delicada y tan salvaje a la vez que asusta.

como en las películas malas de domingo por la tarde, es tan extraño y atrayente que no puedo dejar de moverme por miedo a desplomarme de repente si me quedo quieta. me duelen los pies y me arde el cuello y puede que hasta me exploten los glóbulos oculares por la presión pero a ti ni siquiera te importa y sigues fumando desde tu firme y oscura pared.

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