No solía preocuparme tanto por este tipo de cosas.

He empezado el día con unos pantalones de pitillo (pantalones apretados a mí, habráse visto) tejanos, unas sandalias marrón claro y una camisa marrón chocolate.
Hoy, volviendo a casa, me he mirado en varios escaparates mientras caminaba.
Es curioso, porque a lo largo del día he ido cambiándome de ropa, como si nada de lo que tengo en el armario fuera lo suficientemente bueno para un sábado mediocre.
Por la noche llevaba unas sandalias marrón claro, unos tejanos anchos grises, una camiseta violeta tiradilla y una sudadera negra de manga larga. Según quien me hubiera tirado piedras por la calle.


Y me he dado cuenta.


Tengo algo con las sudaderas. Con las mías, con las ajenas. Las sudaderas me dicen ven, ven, ven, soy la mejor pieza de ropa que existe. Y me lo creo como una boba y vuelvo a combinar colores como si hubiera cogido la ropa del armario con los ojos cerrados o borracha o algo peor. Y las uso de chaqueta, de jersey, de manta. Como quien compra zapatos y tiene el armario del anuncio de Heineken. Y chilla. Mucho. Irracionalmente.

Tengo algo con las sudaderas. Aunque aún no he decidido muy bien el qué.

P.D.: Sudadera es una palabra bastante guarra en sí. En Pull & Bear les llaman felpas, que queda como más de princesita.
P.D.2: En verano, cánviese el término sudadera por camiseta con dibujito cute.



P.D.3: Luego veo cosas así y pienso you hafta be mine pero estás tan lejos y la L es una talla tan incierta allá far far away...


*Sighs*

No solía preocuparme por este tipo de cosas.

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