lunes, 4 de junio de 2007
Vómito
In an age when the fashion is to be in love with yourself, confessing to be in love with somebody else is an admission of unfaithfulness to one's beloved.

[En la era en que la moda es estar enamorado de uno mismo, confesar que se ama a alguien significa admitir la infidelidad a uno mismo]
Russell Baker

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Llevaban un rato juntos cuando se decidió a darle el beso. Se acercó a él con furia y lo cogió por las solapas, temiendo que, en cualquier segundo, escapara cohibido por su ímpetu. Pero no fue así. Él la recibió con los brazos abiertos, quizás habiendo adivinado tiempo atrás que aquello sucedería. Al retirarse, le sonrió. Había sido una tontería pero él se lo tomó muy en serio. Creyó oportuno volver a besarla y ella no se protegió. Acababa de romper en mil pedazos el contrato inexistente de fidelidad que un día – que ahora parecía tan lejano – firmó con otro. La palabra reincidente significaba muy poco para ella por aquel entonces; puede que casi nada. Una vez abierta la brecha – que tanto había temido abrir – ya no había vuelta atrás. ¿Qué más daba coger una manzana que dos una vez el saco ya estaba roto?

Hubiera sido grotesco por su parte abandonarle sin dar explicaciones. Sin explicar que no quería romper en mil pedazos el contrato; sin explicar que ella, simplemente, quería besarle. Saber qué gusto tenían sus labios, qué pensaba en realidad sobre la vida, la muerte y el amor. Oír sus gruñidos por la mañana al despertar, sentir sus suspiros al dormirse entrada la noche.

Así que, al mirarle otra vez, admitió que aquello no era lo que realmente quería. Que sólo le había deseado por un momento. Que sólo había necesitado aquel beso durante unos segundos. El dilema la marearía durante varías horas. ¿Acaso sufría infidelidad su compañero? ¿O la hubiera sufrido ella misma por reprimir algo que en realidad ansiaba? Pretendió que todo fuera igual que antes. Caminar a su lado sin esconder ningún secreto, abrir su persona a aquél que un día le había dado paz y tranquilidad.

Él la mintió diciéndole que entendía su situación. Que no pasaba nada, le dijo. Que seguiría estando allí para lo que necesitara, aunque fuera otro beso. Ella le mintió diciendo que se arrepentía de lo que había hecho. Una vez en casa, recordó algunas tareas que aún tenía que hacer. Ella tenía una vida; quería a su compañero. Pero su subconsciente insistía en romper aquel vínculo. Su cuerpo le pedía algo más sin renunciar a lo que ya tenía. No quería perder su más preciado tesoro, el que cenaba cada noche con ella, la acariciaba al acostarse y la despertaba con un beso. Durante largos años convenció a su – problemático – subconsciente de que era mejor conservar lo que tenía que aspirar a algo incierto. Y él, a regañadientes, le dio la razón.


Y mientras planchaba aquellos últimos trapos, le vino a la cabeza la simple idea de que los sucesos ocurridos no habían sido más que una arruga en la tela de su vida.


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posted by Enhea at 12:01 | Permalink |


2 Comments:


  • At 4 de junio de 2007, 15:34, Anonymous Anónimo

    Cuanto menos... interesante. Bonito relato, no sé si te sentirás identificada o no, pero es bonito :).Disfruta de la semana blanca, no me seas friki y te pongas a estudiar!Un besico.

     
  • At 7 de junio de 2007, 10:51, Blogger Avatarux

    Me ha gustado mucho :D

    Aunke me hace plantearme "cosas" :S