Cuando era pequeño soñaba con tener noventa y nueve años y ahora, a los albores ya de los cincuenta, desea volver a tener veinte. Recuerda la voz de una chica que le aconsejó durante una temporada dejar el tabaco, pero su orgullo convenció al hedonismo para fumarse otro pitillo. Su voz se vuelve día a día más ronca. Ella adoraba aquella voz pero nunca llegó a pensar que podría rasgarse hasta tal punto. Él piensa que podría haber sido cantante o locutor pero no lo fue y siente que el tiempo de su vida se ha fundido con la monotonía de esperar día a día algo que nunca llegó. Quizás hubiera podido aprovechar cuando conoció a aquella chica; podría haber volado a París y olvidar lo que tenía allí. Ella le habría recibido con los brazos abiertos. Le habría acogido y ayudado; pero él se resistió a perder aquel cigarro, que, al fin y al cabo, es lo único que le queda.